El Campeonato Mundial de atletismo cerró sus cortinas en Tokio con una loable actuación de la delegación cubana, que finalizó en el décimo sexto escaño del medallero y en similar ubicación en la tabla por puntos (32), en lo que constituyó una mejoría con respecto a la edición de Budapest 2023, que deparó una presea plateada y dos bronceadas, y la de Eugene 2022, cuando no se consiguieron medallas, al igual que en los Juegos Olímpicos de París 2024.
El título de la triplista Leyanis Pérez colocó a la comitiva nacional entre las 19 que pudieron subir a lo más alto del podio.
En su caso personal, representó un cierre dorado de un año muy estable, que le dio igualmente la corona del orbe bajo techo y el triunfo en la final de la Liga del Diamante.
Muy bien recibidos también los bronces de la discóbola Silinda Morales y el saltador de triple Lázaro Martínez, ambos consiguiendo sus mejores rendimientos del año en el momento cumbre de la temporada.

A esa cosecha de medallistas se unieron el cuarto lugar de la eterna guerrera Liadagmis Povea, el quinto de Mario Díaz en el disco y el sexto de Roxana Gómez en una de las carreras de 400 metros más espectaculares de la historia, en la que destrozó con 49.48 el añejo récord nacional de 49.61 de la gran Ana Fidelia Quirós. En total seis finalistas.
Digno el debut de Anisleidis Ochoa en justas mundiales superando su récord nacional de los cinco mil metros planos, en lo que fue la primera participación de una fondista cubana en la pista en la historia de estos torneos.
Con la actuación en Tokio, Cuba se mantuvo entre los diez países con mejor rendimiento histórico en los Campeonatos Mundiales de atletismo, ahora con 23 coronas, 25 medallas plateadas y 18 de bronce.
Una bocanada de oxígeno a nuestro campo y pista, que tiene que seguir trabajando por multiplicar los resultados en las pruebas en las que no estamos a la vanguardia. Y ojalá que no sea algo pasajero y sí el comienzo de un camino victorioso para la actual generación de atletas cubanos.