Tadej Pogacar confirmó una vez más su supremacía en el ciclismo mundial al conquistar por cuarta ocasión el Tour de Francia, en una edición marcada por un trazado desafiante que superó los 3300 kilómetros.
De esta manera, el esloveno se convirtió en el tetracampeón más joven de la historia del Tour y reafirmó su estatus como el mejor pedalista de la actualidad. La forma en que manejó el recorrido y las diferentes etapas reforzó su imagen como un ciclista completo, capaz de superar las más duras exigencias tácticas y físicas, y de mantener una hegemonía que lo sitúa junto a las leyendas del deporte.
El segundo puesto de la general lo ocupó el danés Jonas Vingegaard, a 4:24 del líder, mientras que el alemán Florian Lipowitz completó el podio, a 11 minutos exactos del ganador. A pesar de mostrar su excelencia encima de la bicicleta, ninguno estuvo ni cerca de competirle por el maillot amarillo a Pogacar.
El miembro del equipo UAE Emirates desplegó un ciclismo sólido y dominante, especialmente en montaña y contrarreloj, manteniendo el liderazgo desde etapas clave y resistiendo los ataques de sus rivales. Su victoria fue resultado NO solo de su rendimiento en el Tour, sino también de un brillante año que incluyó triunfos en clásicas y otras grandes competiciones, reflejando su continuidad y superioridad en la élite mundial del ciclismo.
La edición 112 del certamen tuvo como escenario clave los Pirineos y los Alpes, con dos contrarrelojes individuales que marcaron diferencias significativas, haciendo que la batalla decisiva se definiera en la última semana en los Alpes. Este Tour se caracterizó por etapas «rompepiernas», con abundancia de subidas cortas pero duras y un recorrido poco llano que exigió gran resistencia y capacidad táctica, limitando las oportunidades para los sprinters puros y favoreciendo a los escaladores y ciclistas completos.