20/04/2024

Telerebelde

Canal de los deportes en Cuba

El pionero del movimiento deportivo revolucionario cubano


El 15 de octubre de 1964 es una fecha gloriosa para el deporte cubano.

Ese día nuestro pequeño archipiélago se convertía en noticia en la capital japonesa, donde se disputaban los XVIII Juegos Olímpicos.

El protagonista: un joven santiaguero llamado Enrique Figuerola Camué, quien lograba la medalla de plata en los 100 metros planos, con lo que se convertía en el primer medallista del naciente movimiento deportivo gestado en Cuba a partir del triunfo revolucionario de 1959.

Figuerola, cuarto en la cita de Roma´60, había llegado a Tokio entre los favoritos para dominar el hectómetro gracias a sus resultados en los años previos, en los que había sido monarca en los Juegos Mundiales Universitarios y en los Panamericanos de Sao Paulo´63.

Paso a paso fue venciendo etapas. En la primera eliminatoria terminó primero en la serie 10 con 10.5, por delante del jamaicano Headley y el francés Bambuck.

Igualmente salió victorioso en el heat 2 de la segunda ronda con 10.3, superando al polaco Maniak y al australiano Lay.

En la semifinal una arrancada demasiada lenta lo obligó a esforzarse en los metros finales, pero logró llegar tercero con 10.4 y asegurar así un puesto en la final.

Una carrera para la historia

Junto a Figuerola llegaban a la carera decisiva hombres de altísimo nivel, entre ellos el estadounidense Bob Hayes, un atleta muy fuerte de 1.82 de estatura, que sobre todo llamaba la atención por su espectacular amplitud de zancada.

Hayes iría por el carril 1. El cubano por el 3, y por el 5 otro de los grandes velocistas del mundo por aquellos años, uno de los tres que ostentaba el récord mundial manual de 10 flat, el canadiense Harry Jerome..

También tomaban la largada otros con marcas de altura como Pender (USA), Robinson (Bahamas), Maniak (Polonia) y Schumann (Alemania).

Corredores en los bloques de arrancada. Hayes en la extrema derecha por el carril 1, Figuerola por el 3 y Jerome por el 5.

Para el pequeño cubano de 1.67 la mayor fortaleza estaba en su arrancada prodigiosa. Y efectivamente así se desenvolvió la carrera.

En la primera mitad el «Fígaro» sacó ventaja, pero no la suficiente para contrarrestar la gran amplitud de paso y fortaleza de Hayes, quien precisamente con esas virtudes logró tomar la delantera en los metros finales.

Los relojes manuales marcaron 10 flat, registro que igualaba la plusmarca del orbe (con el naciente cronometraje electrónico el tiempo fue de 10.06).

Figuerola estampó récord nacional de 10.25 con cronometraje electrónico (10.2 manual), superando estrechamente al canadiense Jerome (10.27 electrónico e igualmente 10.2 manual)

El periódico Revolución anunciaba en primera plana la actuación de Figuerola.

Desbordante alegría en toda Cuba

La alegría en Cuba fue tremenda. La prensa le dio una amplia cobertura a aquella medalla, considerada como una extraordinaria hazaña para un país que comenzaba a recoger los frutos de la nueva política deportiva como un derecho del pueblo, implementada desde el propio triunfo revolucionario.

Figuerola declararía en conversación telefónica desde tierras japonesas: «Este triunfo no es mío, es para Cuba y Latinoamérica».

Días después a su regreso a la Patria se le tributaría un apoteósico recibimiento a aquel precursor del movimiento deportivo revolucionario cubano, el gran héroe de nuestro deporte en el decenio de los años 60 del pasado siglo.

Figuerola es cargado en hombros a su llegada al aeropuerto «José Martí» de La Habana/ Foto: periódico Revolución.

Compartir en redes