19/04/2024

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El Relámpago del Caribe… historia de una leyenda

Este 27 de septiembre se cumplen 74 años de aquel accidente aéreo que le quitó la vida a uno de los mejores deportistas cubanos de todos los tiempos: el atleta caribe de la Universidad de La Habana, José «Pepe» Barrientos.

 

Los amantes del llamado deporte Rey que vivieron la Cuba de la segunda década del siglo XX, fueron testigos de las hazañas realizadas por uno de los hombres más talentosos que haya dado la historia del atletismo cubano. Ese gran deportista fue un atleta universitario: Pepe Barrientos Schweyer.

 

Momentos como el anterior se repitieron una y otra vez durante todo un lustro en el esta­dio de la Universidad de La Habana, marcando un antes y un después en las carreras de velocidad desarrolladas en Cuba. Ante la presencia de miles de espectadores: estudian­tes, trabajadores, funcionarios, personalidades de varios ámbitos, José Barrientos cruzó primero la meta en innumerables ocasiones por la bandera de los Caribes.

Félix Carvajal1, “El andarín”, Rafael Fortún2, Raúl Mazorra3, entre otros grandes atletas cubanos del deporte rey, brillaron en la primera mitad de la pasada centuria. Peroun lugar especial en las pistas de nuestro país ocupa ese competidor universitario, quien fue capaz de superar el récord del mundo del hectómetro, aun siendo un atleta amateur.

Los inicios de un futuro campeón

José Eduardo Barrientos Schweyer nació el 18 de septiembre de 1904, en la casa ubicada en la esquina Manzano (hoy Maceo) y Ayuntamiento provincia de Matanzas. Fue el tercero de seis hermanos: Olga, Alejandro, José, Armando, Sergio y Guillermo, conocido como Willy. Pepe, como solían llamarle, mostró inclinación por la cultura física siendo aún un niño, cuando comenzó a practicar boxeo con sus hermanos, en el colegio La Luz, de su natal provincia.

En el libro Deporte universitario, cuna del deporte cubano (1991), de la autoría de un co­lectivo de especialistas de las Ciencias de la Cultura Física, se afirma que “en su infancia, realizaba carreras de bicicletas con sus amigos, y en su vínculo con la actividad deportiva mucho tuvo que ver el padre, quien mandó a construir un campo de tiro para sus seis hijos, y les compró un bote con el cual pasaban el verano remando y pescando tiburones”.

Pero en los inicios del siglo XX la cultura física en Cuba no era masiva. Solo las clases pudientes podían practicar deportes, asociándose a organizaciones elitistas que fueron surgiendo en los distintos territorios del país.

Sobre las posibilidades económicas de la familia Barrientos-Schweyer, comenta el histo­riador deportivo Carlos Reig Romero: “Pepe pertenecía a una familia de clase media-alta de la provincia de Matanzas. Desde niño le gustaba hacer ejercicios físicos, sobre todo correr, y contó siempre con apoyo familiar para practicar deportes. Por eso, cuando ingresó en la Universidad años más tarde, Pepe ya era un atleta amateur, competidor de remos y de atletismo, fundamentalmente en las carreras de fondo y medio fondo”.

Con apenas 16 años, José Barrientos inició públicamente su carrera como atleta. Desde hacía algún tiempo practicaba atletismo y actividades náuticas (pesca y remos) en el ba­chillerato. Su inclusión en el conocido “deporte rey”, ocurrió en un relevo de 36 kilómetros, disputado entre el poblado de Limonar hasta la capital provincial en el mes de marzo de 1920; el joven talento fue el cerrador de su equipo, el Instituto de Matanzas, colegio que obtuvo el primer lugar del certamen.

El investigador de la actividad física cubana y Premio Nacional de Periodismo Deportivo, Víctor Joaquín Ortega, asegura que “casi paralelamente de haberse iniciado Barrientos en el camino dorado del atletismo, comenzó arivalizar en los deportes náuticos, al partici­par en la temporada veraniega de 1920, efectuada en la bahía matancera”.

Un año después de su primera participación como canoísta, Pepe volvió a inscribirse en las mismas regatas pero, en aquella ocasión, como stroke4 de la tripulación del Liceo de Matanzas. Para dicha asociación atlética, una de las más importantes de la provincia, la presencia de Barrientos fue fundamental en las victorias de 1921 y 1922, remando sobre las aguas de la rada yumurina.

Joaquín Ortega comenta sobre la importancia que tuvo en el futuro campeón sus inicios en la actividad física: “Durante su infancia y adolescencia, él supo explotar ese talento ex­traordinario y desarrollar la fuerza interior que le dio la vida, en la práctica sistemática de algunos deportes. Su inclusión bien temprana le valió de preparación para que, años más tarde, pudiera representara Cuba y la Universidad de La Habana, en las pistas de todo el mundo”.

Primeras zancadas como atleta Caribe

El 15 de septiembre de 1922, pocos días antes de cumplir los 17 años, Pepe Barrientos matriculó en la carrera de Ingeniería y Arquitectónica de la Universidad de La Habana, y aunque el joven también sentía inclinación por las construcciones, su pasión por el depor­te lo llevó a inscribirse simultáneamente en la Comisión Atlética Universitaria, organiza­ción fundada a principios de ese año por quien después fuera uno de sus mejores amigos: Julio Antonio Mella.

Reig Romero asegura que “al entrar a la Universidad, Barrientos tuvo la suerte de coin­cidir con un buen profesor de educación física que le enseñó rápidamente los secretos del atletismo y lo condujo a ese éxito rotundo que tuvo a lo largo de toda su carrera como amateur”.

El ex-atleta canadiense Dick Grant ejercía el cargo de Director de Ejercicios Atléticos de la Universidad desde 1916, año en que Cuba comenzó a gestionarla sede para celebrar en La Habana los VII Juegos Olímpicos. Vasto conocedor de las posibilidades físicas del cuerpo humano, Grant vio en Barrientos una arrancada explosiva y largas zancadas, con­diciones ideales para los atletas de carreras de velocidad. En poco tiempo enseñó al joven yumurino a transformar su estrategia de competición de las distancias de fondo y medio fondo, adaptándola a las distancias cortas.

El joven matancero explotó ese talento natural en los cursos posteriores, entrenando casi todos los días para convertirse en el mejor atleta Caribe de las distintas facultades de la Universidad de La Habana5. En el libro Atletismo cubano 1886-2005 (2005), del investiga­dor Basilio Fuentes Ferrer, se asegura que “en las competencias Inter Facultades de 1924 fue el más destacado tras vencer en 100, 200 y 400 metros, y ocupó el segundo lugar en el salto de longitud”.

En aquella ocasión, igualó sensacionalmente el récord del mundo de los 100 metros pla­nos, por primera vez en su carrera, que estaba en poder del estadounidense Charles Par­dock, campeón olímpico de los VII Juegos de Amberes, Bélgica, 1920. El Diario de La Marina, en la edición del 5 de mayo de ese año, publicó lo siguiente sobre el acontecimien­to6:

“Es pálido todo cuanto se diga del entusiasmo demostrado ayer en el Stadium de la Universidad Nacional con motivo del magnífico Field Day que allí tuvo lugar (…). Lo más notable de todo lo efectuado su la hermosa labor de nuestro gran sprinter Pepe Barrientos que igualó el record de Charlie Padock en los cien metros, en 10 y 3/5 segundos (…).”

La reseña de la espectacular carrera explicó que “la arrancada de Barrientos fue de las más satisfactoria para cualquier atleta de cartel mundial, cubriendo la distancia como un proyectil en el tiempo indicado y como no había viento alguno (…) resulta un récord es­tablecido con todas las de la ley”7; sin embargo, el resultado no fue homologado por la ausencia en el evento de jueces certificados internacionalmente.

Pero 1925 fue el año de su consagración como el mejor deportista universitario de Cuba. El 10 de diciembre de 1945, el boletín universitario El Lentopublicó en una biografía del deportista atleta Caribe, su mejor resultado durante aquella temporada competitiva: “Su victoria más trascendental fue en la carrera de 100 yardas del Carnaval Atlético de Geor­gia Tech, en Atlanta, donde compitieron más de 30 Universidades y Colegios de 16 Esta­dos, que representaban una población de 50 millones de personas, e hizo aparecer a la Universidad de La Habana en el mapa deportivo de los Estados Unidos”.

De atleta Caribe al Relámpago del Caribe

Entre zancadas y fuertes entrenamientos, siempre bajo la dirección del profesor de edu­cación física James Kendrigan, José Barrientos Schweyer continuó perfeccionando sus habilidades hasta conseguir la consagración definitiva. Con una nueva hazaña demostró al mundo que en Cuba, y en la Universidad de La Habana, se encontraba el mayor pros­pecto de la velocidad de todo el orbe.

El 26 de marzo de 1927 se ratificó como el mejor velocista cubano de todos los tiempos al volver a igualar el récord mundial de los 100 metros planos en un torneo organizado por la Universidad en su Stadium, aunque también sin homologación oficial.

El hecho propició que la asociación Vedado Tennis Club publicara en su revista mensual de igual nombre, en la sección De todo un poco, correspondiente al mes de abril: “Pepe Barrientos empató el récord mundial de los 100 metros hace algunos días en la pista de la Universidad. Sinceramente lo felicitamos. Creemos que en 100 metros será difícil vencer­lo. Está en la mejor forma posible”.

Un año después, el Relámpago del Caribe volvió a tocar la marca del orbe. El Diario de La Marina publicó el siguiente titular, un día después de la espectacular carre­ra: “Pepe Barrientos igualó el record de Padock”, mientras que el sumario afirmaba que atleta Caribe “(…) demostró nuevamente ayer que es Rey de los Sprinter”.

El periódico El Mundo, por su parte, comentó sobre las declaraciones que hizo el Presidente de la Unión Atlética Amateur de Estados Unidos al término de la carrera: “Mr. Hulbert quiso dirigir a la gran concurrencia que se hallaba en el Stadium Caribe, unas breves frases que fueron altamente alentadoras para los atletas de nuestra patria y para la capacidad deportiva de los cubanos”.

Por tan extraordinaria actuación, José Barrientos y su entrenador Jimmy Kendrigan fueron invitados oficialmente a una base de preparación en Estados Unidos, por el Presidente del Comité Olímpico de ese país, Mayor General Douglas Mc Arthur8, con vistas a su futura y anhelada participación en la cita multideportiva de Ámsterdam.

Ámsterdam: ¿el frío o la inexperiencia?

El sueño de que el gran velocista de la Isla representara con dignidad la bandera de la estrella solitaria en la cita estival, fue impulsado con entusiasmo desde el inicio por la prensa. Finalmente Pepe viajó a Estados Unidos junto con su entrenador Jimmy Kendrigan para competir junto a velocistas de su nivel. Después de un gran esfuerzo realizado por la Co­misión Atlética Universitaria para recaudar los fondos suficientes, porque ni el Presidente de la República ni otras personalidades autorizaron un presupuesto para el viaje a Holan­da de Barrientos, el universitario logró asistir a los Juegos Olímpicos, como único miembro de la delegación cubana.

En la cita estival, países de la región sobresalieron con importantes resultados, princi­palmente Argentina, dueña de siete preseas que la colocaron al frente de los países de América Latina y El Caribe que participaron en los Juegos.

Cuba, en cuya última participación de San Luis 1904, obtuvo el tercer lugar por países, liderada por el emblemático Ramón Fonst, en la cita de Ámsterdam tuvo como único com­petidor a José Barrientos, quien no pudo estar al nivel esperado, y quedó eliminado en cuartos de semifinales.

Sobre la actuación de Barrientos en Ámsterdam, el investigador Carlos Reig comenta: “Él padeció de un gran problema como atleta: no tuvo un contrario en Cuba que le exigiera dar más, explotar al máximo sus capacidades psíquicas y físicas. Cuando fue a Ámsterdam, como único deportista cubano que participó en los IX Juegos Olímpicos, sufrió el frío de los Países Bajos, y una sobrecarga de entrenamiento, porque él no estaba preparado para hacer varias carreras en un mismo día. Aunque fue, sin duda, uno de los mejores velo­cistas de su tiempo, nunca llegó a ser un deportista profesional. Recordemos que Pepe solo practicaba para representar a la Universidad de La Habana, como club de la Unión Atlética Amateur de Cuba, y lo hacía con orgullo”.

A su vez, Víctor Joaquín Ortega reflexiona en que “Barrientos, fue el atleta universitario más talentoso de la primera mitad del siglo XX, incluso sin haber sido profesional y sin haber tenido todas las condiciones que necesitan los atletas de alto rendimiento para imponer su clase. Tal vez por eso quedó en cuartos de final en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, Holanda, en 1928. Creo que le faltó preparación, competencias internaciona­les para correr con rivales de su nivel”.

Al finalizar la temporada deportiva de 1929, el estelar velocista decidió desvincularse de la vida atlética con apenas 25 años. Su formación como excepcional velocista, constituye un fruto más del desarrollo del movimiento deportivo impulsado en la Universidad de La Habana.

Mejores resultados de José Barrientos Schweyer, entre 1923 y 1929, que fueron recogidos en el libro Atletismo cubano 1886-2005 (2005, p.42), del investigador Basilio Fuentes Ferrer, compilador de parte de la historia del deporte rey cubano.

Desde entonces corre en los mares

En 1928 Pepe se graduó de la Facultad de Ingeniería y Arquitectónica. Un año más tarde, luego de su retiro, ingresó en la Escuela de Aviación del Ejército, y al mismo tiempo con­trajo matrimonio con Antolina de Cárdenas, pero nunca llegaron a tener hijos. En 1938 regresó a la Universidad para simultanear la responsabilidad de operador de vuelo, con la de instructor de atletismo y remo, y auxiliar del Director de Ejercicios Atléticos.

Su vida de desenvolvía a la altura de la gloria que dio a Cuba y la casa de altos estudios donde se formó como profesional y como deportista. Sin embargo, ejerciendo como piloto de la compañía Extremo Aéreo Interamericano pasó a la eternidad, tragado por el inmen­so mar del Caribe, cual un relámpago cayera desde lo alto del Olimpo para inmortalizar su nombre y epíteto deportivo.

El 27 de septiembre de 1945, José Barrientos y su tripulación salieron en un vuelo ordina­rio Miami-Habana y nuca llegaron a La Mayor de Las Antillas. Las autoridades de la Isla buscaron en el lugar aproximado donde creyeron el fatal accidente, pero no encontraron el avión, ni a sus pasajeros y oficiales de vuelos.

Uno de sus compañeros y amigos, Joaquín Cristófol, escribió en el boletín El Lento, el 10 de diciembre de ese mismo año: “La Fatalidad se atravesó para arrebatarlo, hundiéndolo en el abismo insondable del Misterio, dejando inconsolables a sus familiares y amigos, que no podremos nunca conformarnos con la temprana pérdida de un hombre como éste, que tanta falta hacía a nuestra Patria”.

 

Barrientos Memorial

En el primer número de 1946, el mencionado boletín promovió la idea de la Comisión Atlé­tica de celebrar, en el mes de abril de ese año, el Primer Carnaval Atlético Pepe Barrientos Memorial, para homenajear al mejor deportista universitario de todos los tiempos.

El 7 de enero apareció en El Lento la convocatoria oficial de dicho certamen, la cual fue presentada así: “Esperamos la cooperación decidida de los directores, profesores de edu­cación física e instructores de todos los centros de enseñanza de la República, tanto oficiales como privados, para los días 6 y 7 de abril en nuestro Stadium, en el que Pepe realizara sus más grandes hazañas, honremos como se merece al más grande de nues­tros atletas de campo y pista”.

Este año se celebró la edición 73 del Memorial Barrientos, en el estadio Panamericano de La Habana, y otra vez se le rindió el merecido homenaje a quien fuera uno de los mejores deportistas cubanos de todos los tiempos.

Tarjas ubicada en el estadio de la Universidad de La Habana.
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