Ceremonia de inauguración totalmente novedosa que, como tal, impacta, impresiona. Salió de los tradicionales estadios para apoderarse de un bello escenario natural, siempre mostrando el acervo histórico y cultural de toda Francia.
La ciudad luz se iluminó aún más con el brillo de las estrellas del mundo del deporte, el arte y la cultura. Una ceremonia sin precedentes, preámbulo de varios días de rivalidad, impulsada por el amor al deporte y al país que representa cada competidor, en ambiente de paz y armonía. Cada contendiente pone la vida, por un día de Gloria olímpica.
La llama simbólica, viajó durante 69 días por 64 regiones para finalmente llegar a la sede y, en las manos de campeones, iluminar de manera espectacular a París, superándose todas las expectativas al descorrerse las cortinas de la gran fiesta bajo los cinco aros.


Bienvenidos los Juegos.