Probablemente, la jornada del 31 de julio en los Juegos de París marque la despedida de un ídolo en su ruta olímpica. Rafael Nadal cierra con sensaciones agridulces y diversas una etapa a la que considera de las más bellas en su trayectoria.
El ídolo mallorquín ya había dejado el torneo individual ante Novak Djokovic y esta vez, su querida cancha de Roland Garrós lo recibía en el doble formato, pero separado del triunfo. Carlitos descansó poco más de dos horas luego de su partido en solitario, el primero de los antecedentes del duelo, mientras que Rafa continuaba en el afán de verse recuperado o al menos cerca de su versión más habitual. Sin embargo, los estadounidenses Rajeev Ram y Austin Krajicek también pretendían clasificar a la lucha por las medallas.
Precisamente por la relevancia mediática del binomio español, el colectivo organizador de la Philippe Chatrier escogió este partido de dobles en su sede principal. Se habla tanto de esta pareja, casi a la altura de la reaparición de la mítica gimnasta Simone Biles, por solo marcar un ejemplo.
Cada punto disputado por el dúo superaba los niveles de expectativas de los restantes compromisos, incluso con grandes exponentes del Ranking ATP involucrados, como “Nole” y el propio campeón de Tokio, Alexander Zverev.
En la justa de turno, los estadounidenses comenzaron delante e hicieron gala de la conexión entre ambos en pleno break inicial, con solidez en el saque y un estilo casi irrompible. La segunda rotura de la primera manga se registró con una doble falta de Alcaraz, sanción que en momentos anteriores de su carrera parecía inexistente. El parcial cerró con amplio margen favorable a los futuros ganadores, reflejado en el marcador de 6-2, el principio del fin.
Como si de algo más allá del deporte se tratara, diversos errores acompañaron el resto del choque a los europeos y garantizaban al menos la mitad de la meta para los fuertes contrarios. En el séptimo juego, la polémica quiso ser parte cuando la jueza de silla declara un punto favorable a los norteamericanos, por encima de las quejas de Rafa y Carlitos.
Después, en el décimo de los parciales, un ace cerró el capítulo de la que parecía una historia entre las más singulares de los Juegos, una bola rápida que sobrepasó los gritos del graderío y arrebató el sueño de “Nadalcaraz”.
Ante la prensa, Nadal insistió en la importancia de los torneos bajo los cinco aros, algunos más relevantes para él que los 22 Grand Slams que embellecen su palmarés. Animó a Carlos Alcaraz a continuar enchufado en su ruta solitaria, sobre una de sus superficies predilectas y que ya conquistó hace apenas dos meses. Aún cree reconsiderar las posibilidades sobre continuar en la temporada, solo un paso antes del inminente pero jamás deseado retiro, ese preciso instante en que otro de los grandes deportistas necesita decir adiós.