«Mis respetos para usted, campeón»

A pesar de llevar sobre sí los efectos del inexorable paso del almanaque y no ser ya el adolescente que junto al gran José Antonio Guerra subió al podio mundial hace más de una década, y se paseó con éxito por los más importantes certámenes del calendario internacional.

A pesar de las secuelas de viejas lesiones que, caprichosas, se niegan a desaparecer.

A pesar de la lejanía de la familia durante el largo período de concentración en el Complejo de piscinas «Baraguá».

A pesar de los pesares, Jeinkler Aguirre se preparó con todas sus fuerzas para hacer realidad el anhelo de insertarse por tercera vez en los escenarios olímpicos.

Junto a su entrenador Pedro Hernández y el resto de sus jóvenes compañeros cumplió con seriedad las rigurosas sesiones de preparación, sin perder el optimismo, puliendo las fallas que alguna vez le robaron la sonrisa en anteriores competiciones.

Pero la vida está llena de adversidades y en tiempos de la fatal pandemia que nos azota, los tropiezos están al acecho.

La indeseable enfermedad, aparecida en el momento más inoportuno, imposibilitó al laureado clavadista cubano que pudiera viajar a la Copa del Mundo a luchar por su cupo olímpico, y echó por tierra sus ilusiones.

Sé que los traspiés que nadie espera ni desea son muy difíciles de asimilar. Pero, con el privilegio que me asiste de haber podido desde mi profesión ser testigo de su larga y fructífera carrera, me tomo la libertad de alentarlo a que no se rinda, a que se levante, que seguramente vendrán nuevas satisfacciones.

De todo corazón, mis respetos para quien constituye un paradigma de su deporte en nuestro país,